quinta-feira, 25 de fevereiro de 2010

Dios te llama a ser forjador de caminos.

Dios te llama a ser forjador de caminos como Juan el Bautista en los tiempos de Jesús Por Betty Freidzon

Si nos detenemos en el capítulo 1 del evangelio de San Lucas, podemos ver quién era Juan el Bautista. Juan fue anunciado por un ángel, sus padres eran una pareja de ancianos consagrados.

Pero Elizabeth, que era la esposa de Zacarías, no podía tener hijos. Sin embargo, a pesar de esa imposibilidad que generaba la esterilidad de esta mujer, ellos con gozo y gratitud, no cesaban de estar en el templo y alabar al Señor. Es en ese contexto que Dios visita a Zacarías a través de un ángel (Lucas 1:10) quien le dijo: “Zacarías, no temas porque tu oración ha sido oída y tu mujer Elizabeth te dará un hijo y llamarás su nombre Juan”. Y a continuación: “muchos se regocijarán de su nacimiento porque será grande delante de Dios y será lleno del espíritu Santo aún desde el vientre de su madre y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor, Dios de ellos, e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías para hacer volver los corazones de los padres a los hijos y de los rebeldes a la prudencia de los justos para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”.

Mira cuál fue el ministerio que Dios tenía preparado para este hombre. Juan venía a preparar un pueblo bien dispuesto. Juan venía a levantar un templo, pero no un templo hecho de manos, construido por piedras. Dios habría de venir a habitar en templos de carne y hueso, en el corazón de sus hijos e hijas. Esto es lo que se iba a producir cuando Juan el Bautista comenzara su ministerio. Ya cuatrocientos años antes el profeta Isaías decía “voz que clama en el desierto preparad el camino del Señor, enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios, todo valle sea alzado y bájese todo monte y collado y lo torcido se enderece y lo áspero se allane y se manifestará la gloria de Jehová y toda carne juntamente la verá porque la boca de Dios ha hablado”. ¿Quien fue la voz que clamó, que preparó el camino del Señor? Juan el Bautista. Yo quiero decirte que hay una voz en los cielos que ya también ha declarado quienes serán los hombres, las mujeres, los jóvenes, que van a ser levantados en esta generación para preparar el camino del retorno de Jesús.

Así como estaba declarado sobre la vida de Juan, también el Señor tiene declarado por nombre quiénes son aquellos que va a transformar vidas. Aunque Juan el Bautista era un hombre muy particular, que se vestía con piel de camello y comía miel silvestre, fuera de lo común para los parámetros de aquella época, lo importante era lo que su boca hablaba y lo que en autoridad y en poder anunciaba. Ahora bien, ¿Cuál era su mensaje?, ¿qué era lo que él decía? Decía que cuando el Señor viniera, esos collados y esos valles de los que nos habla el pasaje bíblico, tendrían que ser transformados; y cuando hablaba de los montes, hablaba del orgullo, de la soberbia, de un montón de cosas que estaban en el pueblo de Dios. Juan el Bautista fue levantado no para predicarle a los perdidos del mundo, sino para anunciar al pueblo de Dios, a los que eran los hijos de Dios. Y la palabra de Dios ¿qué nos dice al respecto?, que nosotros fuimos escogidos, que somos Nación santa, real sacerdocio, pueblo escogido por Dios. Y en aquella época el pueblo de Israel era el pueblo elegido por Dios, a ese pueblo elegido por el Señor, Juan hablaba.

No obstante, a medida que pasaban los años, se perdía en este pueblo lo más importante. Ya las oraciones no eran hechas de todo corazón, con sinceridad y con fervor. Por eso Juan el Bautista les decía a los sacerdotes, a los religiosos de esa época “arrepentíos”, hasta llegó a decirles “generación de víboras”, en definitiva las palabras de Juan eran palabras de orden, donde las cosas habían sido trastocadas por el acostumbramiento, la costumbre, la religiosidad de ese pueblo que tenía sus ojos vendados y dureza en los corazones de esos hijos de Dios. Aún Jesús mismo en el evangelio de San Mateo nos dice que la ley y los profetas fueron hasta el día en que Juan el Bautista vino a esta Tierra.

La palabra y el mensaje principal de Juan el Bautista fue: “arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado”. Instaba a un día de arrepentimiento, un día de limpieza, un día de cambio y transformación porque el Señor quería venir a habitar en templos nuevos, los corazones de ellos.

Es el tiempo donde nos debemos preparar para una nueva etapa espiritual, debemos provocar un cambio. Creo que para todos nosotros, viene un día nuevo en lo espiritual, un día de cambio en todas las áreas de nuestras vidas. El Señor ha declarado cielos abiertos, pero para que esa bendición fluya, nuestro corazón debe ser allanado primero. Como decía Juan el Bautista, que todo collado que implica orgullo, insensatez, autosuficiencia, sea derribado de nosotros.

A veces creemos que todo esta bien pero no nos damos cuenta del estado de nuestro corazón. Muchos podemos incluso estar dentro de la iglesia pero ser una oveja perdida, ser alguien que viene solamente por costumbre. Que todos aquellos en los que el Señor haya de manifestarse, sean personas que estén renovadas, con vida y corazón nuevo, aptos para entrar a la presencia de nuestro Señor. Es tiempo de una gran limpieza sobre el pueblo de Dios. Ahora bien, la pregunta es: ¿Estás dispuesto en este tiempo a ser parte de esa generación transformada, santificada, renovada y ungida que Dios está buscando para ser utilizada? Si es así, que en tu oración puedas decirle al Señor que derribe todo monte y todo valle, todo terreno que aún puedas desconocer y que esté impidiendo que Dios te use con el prójimo. Que enderece las veredas que puedan estar torcidas, porque el mensaje de que el Mesías viene, debe ser anunciado por personas de corazón limpio.

El Señor busca habitáculos, santuarios para manifestarse y éstos no pueden estar sucios porque Dios no puede usar aquello en donde no mora Él. A Dios no le agrada morar en un cuerpo donde no hay compromiso a pertenecerle. Por eso, seamos santos en toda nuestra manera de vivir. Es el deseo del Señor, provocar un cambio genuino en nuestro corazón.

Retomando el ejemplo de Juan el Bautista, todas las personas que recibieron su mensaje fueron los que recibieron el mensaje de Cristo. Cuando Juan el Bautista bautizaba en el río Jordán, fariseos, pecadores, publicanos, prostitutas y endemoniados eran libres mediante ese bautismo, Dios les daba una nueva vida. Después de eso, hubo un nuevo pueblo, un pueblo que según nos relata la Palabra, tuvo un corazón dispuesto para ser una generación que llevara las buenas nuevas del evangelio a todas las naciones.

Donde quiera que tú vayas, el Señor quiere llevarte como un forjador de caminos. Un abridor de caminos de esperanza, de vida, de paz. Dios pondrá palabras de poder en tu boca, donde quiera que tu vayas y las personas a las que tu vistes serán envueltas en el mismo poder y en la misma transformación que Dios le de a tu vida. Pídele a Dios en este tiempo ser alguien diferente, no uno más del montón sino un protagonista en sus manos. ¡Dios tiene cosas preciosas para tu vida, solo tienes que buscarlas y tu vida habrá de experimentar el cambio!

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